jena of the day: el muffin
(Homenaje a Ranedo) Convendrán conmigo en que la americanización de nuestras costumbres parecía que se había detenido un poco seguramente debido a las gratas actuaciones del sr. bush y a la óptima propaganda anti mcdonaldista resumida en filmes como super-size me. Pues no.
Aquellos golosos que, como yo, hemos tenido la suerte de viajar allende los mares sabemos que las rutinas gastronómicas americanas quizá no sean totalmente healthies, pero son gratamente sabrosas. Y en cuanto a tamaño de los productos, saben lo que hacen. Por tanto, si tú te vas a tomar un café starbuckizado y eres de los míos, es matemáticamente imposible no caer en el concepto muffin, véase madalenón inabordable de diferentes sabores e incluso relleno de jugosa jalea. Para mí es imposible no pedir uno de banana en el momento en que lo diviso en el mostrador.
O sea, que uno tiene el muffin idealizado, prácticamente al mismo nivel que los helados Ben & Jerry's. Porque además, no te dejan ese regustillo en la garganta con el que nos deleitan algunos fabricantes madalenísticos españoles tipo Martínez.
Por eso, ayer, en una área de servicio de la autopista de cuyo nombre no quiero acordarme se me cayó el alma a los pies. Con este sensor para estas cosas que dios me ha dado, oteo en lontananza un cartel que pone "Muffin, 1,55€". Excelente. Después de 300 km. de coche, por lo menos madalenón + batido de vainilla. Pues no.
Al acercarme compruebo que es una magdalena absolutamente normal a la que han decidido llamar muffin por darse el pisto y, de paso, cobrar 250 pelas por una cosa que, hasta que cometimos el error de ser europeos hace tres o cuatro años, te ponían 2 por 50 pelas. Indignado, me cogí un bocata de tortilla que me debió costar unas 7000 pelas porque no es una cuestión de dinero, es una cuestión de principios.
Y no se engañen, que soy un defensor a muerte de la bollería industrial, como he demostrado fehacientemente con mi consumo en la máquina de mi oficina de Bollería Mayca que debe estar a punto de cotizar en el IBEX 35 con la pasta que llevo yo invertida en ellos, Lo que pasa es que un muffin es un muffin. Y una magdalena, una magdalena.
Aquellos golosos que, como yo, hemos tenido la suerte de viajar allende los mares sabemos que las rutinas gastronómicas americanas quizá no sean totalmente healthies, pero son gratamente sabrosas. Y en cuanto a tamaño de los productos, saben lo que hacen. Por tanto, si tú te vas a tomar un café starbuckizado y eres de los míos, es matemáticamente imposible no caer en el concepto muffin, véase madalenón inabordable de diferentes sabores e incluso relleno de jugosa jalea. Para mí es imposible no pedir uno de banana en el momento en que lo diviso en el mostrador.
O sea, que uno tiene el muffin idealizado, prácticamente al mismo nivel que los helados Ben & Jerry's. Porque además, no te dejan ese regustillo en la garganta con el que nos deleitan algunos fabricantes madalenísticos españoles tipo Martínez.
Por eso, ayer, en una área de servicio de la autopista de cuyo nombre no quiero acordarme se me cayó el alma a los pies. Con este sensor para estas cosas que dios me ha dado, oteo en lontananza un cartel que pone "Muffin, 1,55€". Excelente. Después de 300 km. de coche, por lo menos madalenón + batido de vainilla. Pues no.
Al acercarme compruebo que es una magdalena absolutamente normal a la que han decidido llamar muffin por darse el pisto y, de paso, cobrar 250 pelas por una cosa que, hasta que cometimos el error de ser europeos hace tres o cuatro años, te ponían 2 por 50 pelas. Indignado, me cogí un bocata de tortilla que me debió costar unas 7000 pelas porque no es una cuestión de dinero, es una cuestión de principios.
Y no se engañen, que soy un defensor a muerte de la bollería industrial, como he demostrado fehacientemente con mi consumo en la máquina de mi oficina de Bollería Mayca que debe estar a punto de cotizar en el IBEX 35 con la pasta que llevo yo invertida en ellos, Lo que pasa es que un muffin es un muffin. Y una magdalena, una magdalena.
9 Comments:
A mí la palabra "muffin" siempre me ha recordado a "McGuffin". Y puede que sea un poco eso: en Starbucks igual podrían vender muffins que cañas de chocolate. Lo importante es el placer que desencadena.
Ha vuelto DMiles. Por fin!
Debería usted decantarse por las Chiquilín de su oficina, pero claro, como para conseguirlas no tiene que meter su tarjeta platino del Autobar a la máquina expendedora en custión, pues no le molan.
Usted lo que tiene es un vicio tarjetístico del carajo, o me va a decir que pago el bocata de tortilla de 7000 pelas en efectivo?
En fins, enhorabuena por su nuevo y evocador diseño del blog.
Bollería Mayca. Ya no me acordaba. Nunca entendí muy bien cómo puede usted comerse esos bombazos de colesterol, grasa y azúcar. Es que no molan ni en la máquina expendedora.
Crack otra vagada, Pach.
aupa ese nuevo look! una de las costumbres del pueblo es ir a un vending a altas horas de la mañana a jalarse unas palmeras de chocolate blanco contemplando el skyline mirandés en el horizonte (torregabarri y torrejiménez para más señas)
no he estado en mi puta vida en un starbucks de esos y hasta hace muy poco no conocia ni su existencia; qué bonito es ser de pueblo!
yo el otro día me comí un cookie en el starbucks y cuando lo terminé, a poco más vuelvo para darles las gracias, estaba de cojones.
Pero vamos, que yo con magdalenas Martínez al fin del mundo;
Petros, eminencia!
Feliciten uds. al grato diseñador de blogs, Sr. Gullón (lavidaesamagar.blogia.com) que ha llevado a cabo la ingente y contradictoria tarea de diseñar un contenedor no jena para este blog.
felicidades.
dobles.
Publicar un comentario
<< Home