jena of the day: las fiestas de cumpleaños
Históricamente, nunca me han gustado las fiestas de cumpleaños. Debe ser porque soy un amargo, pero es como que no estoy cómodo. Ni en las mías ni en las de los otros.
Cuando era pequeño, el único grato recuerdo que tengo de una fiesta de cumpleaños fue la mi amigo Aurelio cuando teníamos 8 años. Era un día que llovía mucho y hubo un atasco brutal por lo que todos los niños llegaron tarde. Todos menos Aurelio, como grato anfitrión, otro niño más del que no recuerdo su nombre y servidor de uds. El caso es que nos encontramos los 3 ante cantidades ingentes de panchitos, gusanitos, patatas, mediasnoches, sandwiches, etc. Mi amigo Aurelio era bastante gordito y su deporte favorito era la ingestión de donuts consecutivos, por lo que no podía soportar la visión de tamaño manjar, pero su señora madre le había restringido el acceso hasta que vinieran los demás niños. "Mamá, mamá, ¿podemos empezar? que están tardando mucho" "No, hay que esperar a los demás niños" "Bueno, ¿nos podemos comer las patatas que estén rotas?" "Vale, pero sólo lo que esté roto". Dicho y hecho: Aurelio empezó a comerse todo lo que no estaba entero y cuando acabó, comenzó a aplastar gusanitos y, una vez rotos legalmente, a comérselos. Magistral.
A partir de este cénit, como uds. comprenderán, todo cuesta abajo. Empieza uno a invitar a su cumpleaños a la chica que le gusta y:
a) no viene
b) viene y te cuenta que le gusta otro
c) eres muy gracioso/te quiero como amigo
Así desde los 14 a los 30ypico. O sea, una jena total.
Dicho esto, cuando uno se estabiliza ya puede pasar de organizar/ir a fiestas de cumpleaños. Siempre se tiene un viaje a Barcelona a mano o mucho curro según convenga.
Hasta el sábado.
El sábado pasado entré en una nueva y lamentable etapa de mi existencia: llevar a mi hijo al cumple de un colega. No sé si las cosas habrán cambiado o es que tengo mala memoria pero, que yo recuerde, cuando yo era pequeño, la secuencia cumpleañística en casa de amigo/a era: padre lleva en coche-padre deja hijo+regalo en cumpleaños-padre desaparece-fiesta más o menos divertida-padre recoge hijo-padre deposita hijo en domicilio.
Pues no. Ahora resulta que los padres se tienen que quedar en la fiesta todo el rato mientras conversan con otros padres con los que en mi caso, sólo tengo eso en común. Pues allí que me estuve 3 horas escuchando cómo los padres de mi edad invierten al 6,8% en un fondo en Okinawa, cómo tienen un tinglado de locutorios en los que básicamente estafan a los ecuatorianos o cómo el RAV-4 o la nueva CBR están de puta madre. Más allá de mi natural antisocialismo, fui incapaz de entablar conversación con nadie. Sólo una mamá argentina habló un rato conmigo. "¿vos sos de Barcelona, no?" "No, soy de lo más madrileño" "Ah, no lo paresés, como vas de moderno..."
Qué quieren que les diga, ya sé que es contradictorio pero prefiero ir de creativo que de loser total uniformado con pantalones chinos y naúticos invernales, regados a los 100 litros de gomina por metro cuadrado (no hagan el chiste fácil de que dónde me iba a echar yo la gomina, se lo ruego).
En fin, que las fiestas de cumpleaños son una jena total.
Cuando era pequeño, el único grato recuerdo que tengo de una fiesta de cumpleaños fue la mi amigo Aurelio cuando teníamos 8 años. Era un día que llovía mucho y hubo un atasco brutal por lo que todos los niños llegaron tarde. Todos menos Aurelio, como grato anfitrión, otro niño más del que no recuerdo su nombre y servidor de uds. El caso es que nos encontramos los 3 ante cantidades ingentes de panchitos, gusanitos, patatas, mediasnoches, sandwiches, etc. Mi amigo Aurelio era bastante gordito y su deporte favorito era la ingestión de donuts consecutivos, por lo que no podía soportar la visión de tamaño manjar, pero su señora madre le había restringido el acceso hasta que vinieran los demás niños. "Mamá, mamá, ¿podemos empezar? que están tardando mucho" "No, hay que esperar a los demás niños" "Bueno, ¿nos podemos comer las patatas que estén rotas?" "Vale, pero sólo lo que esté roto". Dicho y hecho: Aurelio empezó a comerse todo lo que no estaba entero y cuando acabó, comenzó a aplastar gusanitos y, una vez rotos legalmente, a comérselos. Magistral.
A partir de este cénit, como uds. comprenderán, todo cuesta abajo. Empieza uno a invitar a su cumpleaños a la chica que le gusta y:
a) no viene
b) viene y te cuenta que le gusta otro
c) eres muy gracioso/te quiero como amigo
Así desde los 14 a los 30ypico. O sea, una jena total.
Dicho esto, cuando uno se estabiliza ya puede pasar de organizar/ir a fiestas de cumpleaños. Siempre se tiene un viaje a Barcelona a mano o mucho curro según convenga.
Hasta el sábado.
El sábado pasado entré en una nueva y lamentable etapa de mi existencia: llevar a mi hijo al cumple de un colega. No sé si las cosas habrán cambiado o es que tengo mala memoria pero, que yo recuerde, cuando yo era pequeño, la secuencia cumpleañística en casa de amigo/a era: padre lleva en coche-padre deja hijo+regalo en cumpleaños-padre desaparece-fiesta más o menos divertida-padre recoge hijo-padre deposita hijo en domicilio.
Pues no. Ahora resulta que los padres se tienen que quedar en la fiesta todo el rato mientras conversan con otros padres con los que en mi caso, sólo tengo eso en común. Pues allí que me estuve 3 horas escuchando cómo los padres de mi edad invierten al 6,8% en un fondo en Okinawa, cómo tienen un tinglado de locutorios en los que básicamente estafan a los ecuatorianos o cómo el RAV-4 o la nueva CBR están de puta madre. Más allá de mi natural antisocialismo, fui incapaz de entablar conversación con nadie. Sólo una mamá argentina habló un rato conmigo. "¿vos sos de Barcelona, no?" "No, soy de lo más madrileño" "Ah, no lo paresés, como vas de moderno..."
Qué quieren que les diga, ya sé que es contradictorio pero prefiero ir de creativo que de loser total uniformado con pantalones chinos y naúticos invernales, regados a los 100 litros de gomina por metro cuadrado (no hagan el chiste fácil de que dónde me iba a echar yo la gomina, se lo ruego).
En fin, que las fiestas de cumpleaños son una jena total.