jena of the day: los nuevos españoles
No, no, no se asusten. No estoy hablando del sensacional film del mismo nombre protagonizado por el sr. José Sacristán y, creo recordar, que por el sr. Chanquete (si aún no lo han visto, no saben lo que se pierden, es una visión rappelística de 1974 que clava la sociedad de nuestros días). Estoy hablando de estos jugadores que hoy son eslovenos, estatardemecaso-yasoyespañol.
Esto de la ley Bosman claramente se nos ha ido de las manos. La jena de jugadores que copan nuestros panoramas futbolístico-baloncestísticos está llegando a unos niveles abusivos. ¿De verdad que no hay ningún interior derecho mejor que Fiore en la cantera del Valencia? ¿Y qué me dicen de Sosa, el del Atleti? Entreno yo dos semanas, bajo unos 35 kilitos y el doble pivote es Luccin-Pacheco, como hay Dios. Por no hablar del basket, que con esto de que Argentina ha ganado los Olympics Games, cualquier cuñao de alguien que tenga pasaporte italiano, juega aquí 30 minutos por partido (¿han visto uds. jugar a Gianella, a Ciorciari o a Lábaque? Por favor, que hasta el sr. Loser pierde menos balones que ellos.).
Pero, bueno, qué le vamos a hacer. Las leyes son las leyes, lo que es el mercado común es el mercado común y lo que son los ecus son los ecus. Si las leyes dicen que los belgas tienen los mismos derechos que los españoles para jugar en la liga ACB, hay que aceptarlo. El basket es así.
Sin embargo, lo que no tiene ni medio pase es el tema de los nuevos españoles. Antes, los baloncestistas estadounidenses de mérito encontraban aquí su half orange y establecían aquí su residencia per secula seculorum: el sr. Clifford Luyk (sólo por el concepto Estefanía ya está bien nacionalizao), el sr. Wayne Brabender, el sr. Johnny Rogers... oye, y luego juegan al mus que te cagas y todos esos tópicos que tienen que ver con la adaptación a un medio hostil.
Ahora, la cosa ha cambiado. El primero que recuerdo fue Chuck Kornegay que se casó, todo queda en casa, con una secretaria del Caja San Fernando. Very convinient, pero puede ser verdad. Se divorciaron a los 4 meses, pero quién sabe, puede ser verdad. Y el tío juega ahora como comunitario en Rusia. Con dos cojones.
Pero esta temporada, la cosa está siendo de locos. Primero un mexican llamado Omar Quintero juega dos meses en el TAU ocupando plaza de extranjero. Al mes ficha por el Fórum y, tachán, se casa con una peluquera que había conocido en Vitoria y a jugar como español. O Tyrone McDaniel que después de jugar consecutivamente en USA, Rusia, Australia, Venezuela y México llega un viernes a Tenerife, se casa un sábado y juega un domingo.¡Sin luna de miel ni ná! Eso es amor por los colores.
Y lo más jena son las excusas: "no, ya se conocían de antes...", "se enamoraron en unas vacaciones...". Aquí, el sr. Jordi Villacampa, presidente y ex-jugador del Joventut, ha batido todos los récords intentando justificar la nacionalización del alero ruso Dmitry Flis: "no, es una relación que empezó hace 4 años y ahora han decidido formalizarla". El pequeño detalle es que la feliz novia tiene 34 tacos y el novio, 20. O sea que el pájaro se ligó una de 30 cuando tenía 16. Qué tío precoz.
Sr. Villacampa, bastante daño hizo ud. ya con sus Kelme Homónimas (las zapatillas de basket más feas de la historia), como para pretender hacernos comulgar con jenas de molino.
Esto de la ley Bosman claramente se nos ha ido de las manos. La jena de jugadores que copan nuestros panoramas futbolístico-baloncestísticos está llegando a unos niveles abusivos. ¿De verdad que no hay ningún interior derecho mejor que Fiore en la cantera del Valencia? ¿Y qué me dicen de Sosa, el del Atleti? Entreno yo dos semanas, bajo unos 35 kilitos y el doble pivote es Luccin-Pacheco, como hay Dios. Por no hablar del basket, que con esto de que Argentina ha ganado los Olympics Games, cualquier cuñao de alguien que tenga pasaporte italiano, juega aquí 30 minutos por partido (¿han visto uds. jugar a Gianella, a Ciorciari o a Lábaque? Por favor, que hasta el sr. Loser pierde menos balones que ellos.).
Pero, bueno, qué le vamos a hacer. Las leyes son las leyes, lo que es el mercado común es el mercado común y lo que son los ecus son los ecus. Si las leyes dicen que los belgas tienen los mismos derechos que los españoles para jugar en la liga ACB, hay que aceptarlo. El basket es así.
Sin embargo, lo que no tiene ni medio pase es el tema de los nuevos españoles. Antes, los baloncestistas estadounidenses de mérito encontraban aquí su half orange y establecían aquí su residencia per secula seculorum: el sr. Clifford Luyk (sólo por el concepto Estefanía ya está bien nacionalizao), el sr. Wayne Brabender, el sr. Johnny Rogers... oye, y luego juegan al mus que te cagas y todos esos tópicos que tienen que ver con la adaptación a un medio hostil.
Ahora, la cosa ha cambiado. El primero que recuerdo fue Chuck Kornegay que se casó, todo queda en casa, con una secretaria del Caja San Fernando. Very convinient, pero puede ser verdad. Se divorciaron a los 4 meses, pero quién sabe, puede ser verdad. Y el tío juega ahora como comunitario en Rusia. Con dos cojones.
Pero esta temporada, la cosa está siendo de locos. Primero un mexican llamado Omar Quintero juega dos meses en el TAU ocupando plaza de extranjero. Al mes ficha por el Fórum y, tachán, se casa con una peluquera que había conocido en Vitoria y a jugar como español. O Tyrone McDaniel que después de jugar consecutivamente en USA, Rusia, Australia, Venezuela y México llega un viernes a Tenerife, se casa un sábado y juega un domingo.¡Sin luna de miel ni ná! Eso es amor por los colores.
Y lo más jena son las excusas: "no, ya se conocían de antes...", "se enamoraron en unas vacaciones...". Aquí, el sr. Jordi Villacampa, presidente y ex-jugador del Joventut, ha batido todos los récords intentando justificar la nacionalización del alero ruso Dmitry Flis: "no, es una relación que empezó hace 4 años y ahora han decidido formalizarla". El pequeño detalle es que la feliz novia tiene 34 tacos y el novio, 20. O sea que el pájaro se ligó una de 30 cuando tenía 16. Qué tío precoz.
Sr. Villacampa, bastante daño hizo ud. ya con sus Kelme Homónimas (las zapatillas de basket más feas de la historia), como para pretender hacernos comulgar con jenas de molino.